Este artículo fue publicado originalmente en El Colombiano y fue escrito por Gustavo Ospina Zapata.
Buscando al jaguar, el más portentoso de los felinos de América, se han avistado pumas, ocelotes y leopardos margay, por decir lo menos. También monos cabeciblancos y el paujil de pico azul, que solo existe en Colombia y cuya extinción sería inminente, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
El avistamiento de estos dos últimos con cámaras trampa en Tierralta (Córdoba) y Cimitarra (Santander) representa para el programa Conexión Jaguar, de ISA, un acontecimiento de alto valor para la biodiversidad de Colombia, pues su presencia en el bosque indica que se está dando una restauración de territorios degradados, de los que estas especies habían emigrado.
La IUCN informó que estas especies están en peligro crítico de extinción. Del paujil de pico azul, por ejemplo, el último ejemplar se había visto en Cimitarra el 25 de abril de 2004, por la Red Nacional de Observadores de Aves (RNOA).
"Es un ave de tierra, como una gallina grande, y los campesinos la capturan para comérsela, porque su carne tiene muy buen sabor y esa ha sido su mayor amenaza", señala Esteban Payán, director ejecutivo de la fundación Panthera para Colombia y el Norte de América Latina, organización que desde 2006 lidera programas de conservación de grandes felinos en 47 países de cuatro continentes.
Esta entidad es aliada de ISA para el proyecto de avistamiento y protección de especies de fauna silvestre amenazada. Conexión Jaguar es el programa de sostenibilidad de ISA, enfocado en la biodiversidad.
El tití cabeciblanco, que fue captado por cámaras trampa en Tierralta, sufre una seria amenaza, ya que la expansión de las fronteras agrícola y ganadera les ha ido robando hábitat y territorio. Verlo es un mensaje esperanzador.
Para Panthera, a Colombia le faltan animales silvestres. Hay paisajes paradisiacos, pero no hay felinos, afirma Esteban Payán. Por eso invita a terminar con la degradación de los bosques y a restaurar el territorio salvaje, donde habitan los felinos, que son los que, con su presencia, dan indicios de la coexistencia de otras especies menores.
Para Juan Fernando Patiño, ingeniero forestal y director del programa Conexión Jaguar, que haya presencia de pumas, ocelotes, tigrillos, leopardos, margays y yaguarundíes, es señal de que el jaguar ronda: "Tener registros de esos grandes felinos es un hecho destacable, pues ellos son grandes depredadores, solo están donde hay condiciones aptas para su desarrollo, son indicios de que se está dando una recuperación de sus hábitats, de que se está logrando un balance en los ecosistemas, que hay regulación del agua, seguridad alimentaria y personas habitando el territorio", resalta Patiño.
Conexión Jaguar tiene como foco el aumento en la cobertura vegetal y, a través de esto, conectar los relictos de bosques favoreciendo la movilidad y el asentamiento de la fauna silvestre. Su fin es la conservación de la biodiversidad, con lo cual se protege, recupera y aumenta el hábitat natural del jaguar en América Latina. Porque proteger el jaguar es proteger, en general, la biodiversidad del territorio, el ecosistema y todos sus servicios, como las fuentes de agua.
Según Panthera, una familia de esta especie necesita 100 kilómetros cuadrados de territorio para subsistir. Se calcula que en todo el país puede haber una población cercana a los 15 mil ejemplares, pero el número se reduce día a día.
"En el Magdalena Medio, en Cimitarra, se han detectado entre 3 y 4 adultos; y en el Llano, entre Casanare y Vichada, otro grupo igual, pero su presencia varía según las presas que pueda tener para alimentarse", advierte Esteban Payán.
El programa de ISA aún no ha captado el jaguar, que sería su mayor trofeo, pero la presencia de otros felinos y especies silvestres es indicio de que ronda por los territorios.
Ya se han avistado 49 especies de animales silvestres, entre los que hay, además de los felinos, guaguas, zarigüeyas, chigüiros, armadillos, nutrias y monos capuchinos. El programa se desarrolla a través del pago por servicios ambientales a los habitantes de los territorios. No se trata de comprar tierras y expulsar a los campesinos. Al contrario, ellos son los aliados del proyecto.
En Tierralta hay 19 familias haciendo la labor. A los campesinos se les garantizan recursos económicos para que, en vez de deforestar el bosque, lo cuiden y obtengan beneficios de él. Se han recuperado 200.000 hectáreas.
En Cáceres (Bajo Cauca), con South Pole Group, una organización mundial experta en proyectos para la reducción de emisiones de carbono ejecuta un programa de recuperación de bosques con 150 familias comprometidas, que mitiga la emisión de 58 toneladas de gases de efecto invernadero con más de 1.000 hectáreas reforestadas.
La meta, a mediano plazo, es recuperar 400.000 que han sido devastadas por la minería, la ganadería y la agricultura. A 2030, busca reducir de la atmósfera 9 millones de toneladas de CO2, equivalentes a lo que emite una ciudad capital durante un año.
Panthera es una organización mundial que se dedica a impulsar programas de conservación de los grandes felinos. Biólogos y expertos en legislación ambiental desarrollan estrategias para enfrentar las amenazas que enfrentan los guepardos, jaguares, leopardos, leones, pumas, leopardos de las nieves y tigres. La caza furtiva y la deforestación son las principales peligros para estas especies.