El sector del transporte marítimo se enfrenta actualmente a un punto muerto respecto a su descarbonización. Si bien está aumentando la presión para reducir su huella de gases de efecto invernadero (GEI), sigue siendo responsable de más de 1.000 millones de toneladas de CO2e, es decir, del 2,89% de las emisiones globales, con un aumento del 9,6% en 2018 en comparación con los niveles de 2012. Analizando específicamente las emisiones de metano, la Organización Marítima Internacional (OMI) registró un aumento del 150%.
Mientras el sector lucha por encontrar soluciones relevantes para reducir su huella de GEI, el Cuarto estudio sobre
GEI publicado recientemente por la OMI pronostica, para 2050, un aumento de las emisiones del transporte marítimo internacional de hasta un 130% por encima de los niveles de 2008, en un escenario típico lo cual afectaría gravemente los objetivos del Acuerdo de París y provocaría una presión cada vez mayor por parte de los reguladores, inversores y ciudadanos.
Sin embargo, el transporte marítimo internacional no está cubierto por el Acuerdo de París ni por los compromisos nacionales para la reducción de emisiones. En 2018, la OMI anunció su ambición
de reducir dichas emisiones al menos a la mitad para 2050, en comparación con 2008. Este es el objetivo final, pero ¿cómo lo lograremos? Se espera que la OMI defina un marco regulatorio, proporcionando reglas e incentivos claros, pero esto solo ocurrirá en 2023. ¿Cómo puede el sector tomar medidas hoy?
Como cualquier sector basado en maquinaria pesada compleja, las soluciones tecnológicas no siempre están disponibles a tiempo. El transporte marítimo es muy intensivo en capital, la vida útil de los buques es de unos 30 años y estos utilizan los tipos de combustibles más sucios (fueloil pesado y diésel o gasóleo marino). Esto significa que el retorno de la inversión de las nuevas soluciones ocurre a largo plazo. Por lo tanto, se hace necesario tomar decisiones hoy sobre la tecnología de los buques que generará cambios en la flota mundial en 2050.
La industria está explorando una amplia gama de medidas, desde soluciones tecnológicas y operativas para aumentar la eficiencia (como un diseño mejorado del motor y el casco, la energía en tierra o la programación mejorada y la disminución de la velocidad de los barcos) y la propulsión eléctrica para ferris y otros buques de corta distancia, hasta el uso de varios combustibles alternativos para embarcaciones de aguas profundas, que constituyen la gran mayoría de los más de 50.000 barcos que navegan hoy por los mares del mundo. El gas natural licuado (GNL) se está utilizando como combustible fósil de transición con menor intensidad de carbono, mientras que en algunos proyectos piloto se están explorando nuevos combustibles sostenibles como el hidrógeno verde (generado a partir de energías renovables), el amoníaco, el metanol y los biocombustibles. Pero ninguno de ellos ha surgido todavía como la solución escalable óptima, debido a las limitaciones tecnológicas y económicas propias del sector.
¡Pero está aumentando el impulso global hacia el cambio! Casi todos los 82 líderes del transporte marítimo entrevistados recientemente por Shell y Deloitte analizaron la disrupción económica generada por el COVID-19 en la industria como una oportunidad para acelerar el progreso hacia la descarbonización. El 90% de los entrevistados consideró la descarbonización como una prioridad máxima o importante para sus organizaciones, y señaló que su relevancia aumentó significativamente en los últimos 18 meses. Existe, entonces, una oportunidad real de empujar al próximo nivel los esfuerzos de descarbonización en el sector.
MSC Nela at port of Long Beach CA - Image Credit: MSC
En los últimos años, las iniciativas climáticas en el sector del transporte marítimo se han enfocado en medir las emisiones de GEI y acordar estándares comunes. Es el caso de iniciativas de larga data como Clean Cargo, que recopila datos de GEI en el sector de carga de contenedores, o Smart Freight Center, que desarrolló el marco GLEC para medir las emisiones relacionadas con la logística. Estas iniciativas establecieron una base sólida para una acción más transformadora.
Las últimas iniciativas multisectoriales ya muestran que el enfoque actual ha pasado de la medición a la acción: ¿cómo lograr reducciones de emisiones y alcanzar la neutralidad de carbono o al cero neto? Por ejemplo, los Principios de Poseidón, un marco global para el financiamiento de buques alineado con objetivos climáticos, fue lanzado en junio de 2019 por 11 bancos. Hasta ahora, 18 bancos se sumaron con unos USD 150 mil millones en préstamos para la financiación de buques, de un total estimado de USD 400 mil millones. De forma similar, la Coalición Getting to Zero fue lanzada en septiembre de 2019 con el objetivo de desarrollar una embarcación de alta mar comercialmente viable y con cero emisiones (propulsada por un combustible neutro en carbono) para 2030. Contando al inicio con 28 compañías, la membresía hoy llega a 110 empresas de los sectores marítimo, financiero y de combustibles.
Además, las empresas del transporte marítimo reconocen cada vez más la necesidad de lograr impacto a corto plazo, al mismo tiempo que se embarcan en un viaje hacia la neutralidad de carbono a largo plazo. Aquí es donde entran en juego las soluciones de financiación climática para la compensación de carbono. Esta medida, también conocida como offsetting, consiste en comprar créditos de carbono provenientes de proyectos certificados por terceros, como iniciativas de forestación y protección forestal, biogás, dispositivos solares comunitarios, etc. La compensación de carbono es un punto de partida fácil y asequible, y puede actuar como una solución puente mientras el sector escala las soluciones para la mitigación directa.
Es importante destacar que la compensación de carbono de alta calidad apoya proyectos que mejoran los medios de vida y contribuyen con el logro de una variedad de Objetivos de Desarrollo Sostenible, un aspecto clave de la estrategia de responsabilidad social corporativa de toda empresa. Las compañías que están compensando sus emisiones incluyen varios subsectores de la industria marítima: cruceros, ferris, carga a granel, portacontenedores, plataformas marinas, buques cisterna de GNL y puertos. Todavía son pocos los líderes, pero esta tendencia está creciendo visiblemente.
Por ejemplo, South Pole está apoyando a la empresa de transporte marítimo seco Berge Bulk (ubicada en Singapur, propietaria y operadora de 70 buques), para alcanzar su neutralidad de carbono en 2025, de acuerdo con la estrategia ambiental integral Blue Matters. Berge Bulk seleccionó proyectos certificados ante Gold Standard o Verified Carbon Standard en regiones cercanas al corazón de sus colegas y clientes.
De hecho, los bonos de carbono también pueden convertirse en una herramienta poderosa para conectarse con los clientes y diferenciarse de la competencia. Este es el caso del programa MSC Carbon Neutral que lanzamos con MSC Mediterranean Shipping Company (MSC), la segunda compañía naviera de contenedores más grande del mundo en cuanto a capacidad de TEU. Además de hacer una fuerte inversión en sostenibilidad y probar una amplia gama de combustibles y tecnologías alternativas para reducir las emisiones de su flota, MSC quería ayudar a cerrar la brecha entre el transporte marítimo actual y un futuro carbono cero. Como parte de este programa, MSC calcula las emisiones de la carga transportada y brinda la oportunidad a todos sus clientes de compensar las emisiones inevitables generadas por el transporte marítimo y terrestre de sus mercancías mediante la inversión en proyectos de compensación de carbono. Los dos proyectos de acción climática elegidos para el programa (el proyecto comunitario y de protección forestal de Kariba, en Zimbabue, y las pequeñas centrales hidroeléctricas agrupadas de Huóshui, en China), no solo reducen las emisiones, sino que ayudan a disminuir la pobreza, mejorar la salud y los medios de subsistencia.
Communities heavily depend on waterways and natural ecosystems at the Padang Tikar Blue Carbon Project - Image Credit: South Pole
Finalmente, existe un creciente interés del sector marítimo por compensar sus emisiones con bonos de carbono de proyectos de "carbono azul", debido a su vínculo explícito con los mares y océanos. Los proyectos de carbono azul implican la conservación, restauración o expansión de ecosistemas costeros y marinos, como los manglares, marismas y praderas de pastos marinos. Al proteger o restaurar ecosistemas de carbono azul, estos secuestran y almacenan más carbono por unidad de área que los bosques terrestres. Pero cuando son degradados o destruidos, emiten el carbono que han almacenado durante siglos. Los científicos estiman que hasta el 19% de las emisiones de la deforestación tropical global es liberado por los ecosistemas costeros degradados.
Los beneficios de los proyectos de carbono azul son extraordinarios: mejoran la calidad del agua costera, actúan como criaderos de peces, brindan protección contra inundaciones y tormentas, y apoyan a las comunidades costeras. Sus impactos ambientales y sociales de gran alcance generan que estas actividades sean altamente atractivas, pero suelen carecer de financiación. Para abordar esto, South Pole está trabajando para certificar, ante el Verified Carbon Standard, varios proyectos de carbono azul que generarán bonos de carbono. Por ejemplo, un proyecto de protección de manglares y turberas en Kalimantan o Borneo Occidental, Indonesia, y un proyecto de protección de manglares en el este de Honduras. Ambos le ayudarán a las navieras a compensar sus emisiones en los próximos años.
Las empresas de transporte marítimo pueden y deben desempeñar un papel clave en la financiación climática para proyectos de carbono azul, así como en el desarrollo de nuevos proyectos. Incluso si la disponibilidad tecnológica y la escalabilidad de las soluciones bajas en carbono siguen siendo un desafío, no hay excusa para no actuar. Comprometerse a alcanzar la neutralidad en carbono o lanzar productos de transporte limpios gracias a la compensación de los bonos de carbono es una solución ganadora y necesaria para la empresa, el clima, la economía y los océanos.