Trabaja todo el día a la sombra de un maravilloso bosque para producir café, cacao y hortalizas. Mientras trabaja, sus hijos van a la escuela y su esposa prepara la comida que se cosecha en la parcela.
Como Don Manuel y su familia, no hay una sola persona o empresa que no dependa de los servicios que prestan nuestros ecosistemas naturales. Sin embargo, los efectos adversos causados por la sobreexplotación de las especies, los cambios en los usos de la tierra y el mar, la pérdida de hábitats, las especies invasoras, la contaminación, el cambio climático y el desplazamiento de las comunidades están sometiendo a estos ecosistemas a una presión cada vez mayor. Esto significa que cada vez tenemos más dificultades para preservar el capital natural y, al mismo tiempo, satisfacer las necesidades de producción y consumo.
Pero hay una solución. Todas los grupos de interés que hacen uso de los recursos naturales de un paisaje, ya sea directa o indirectamente, tienen un papel clave que desempeñar en el mantenimiento de la salud y viabilidad continua de ese paisaje. Un enfoque colaborativo es la mejor manera de alcanzar tanto los objetivos globales en materia climática y de biodiversidad como de proteger nuestros paisajes, y aquí es donde entra en juego el enfoque de paisaje sostenible (SLA por sus siglas en inglés).
Actualmente no existe un consenso científico sobre la definición de "paisaje". South Pole considera que un paisaje es un espacio geográfico formado por ecosistemas ya sea naturales y/o modificados por el hombre que están influenciados por actividades y procesos ecológicos, históricos, políticos, económicos y socioculturales.
Para que los límites sean los correctos, el área a considerar como paisaje debe ser definida de forma colectiva y colaborativa por todos los actores implicados, con el claro objetivo de maximizar los impactos positivos, manteniendo al mismo tiempo el control sobre los procesos de seguimiento y gobernanza. Si un paisaje definido es demasiado pequeño, no captará la amplitud de las actividades que influyen o se ven afectadas por la salud natural del paisaje. Pero si es demasiado grande, puede no ser útil para impulsar acciones relacionadas con la gobernanza, los servicios ecosistémicos, los patrones de vida humana, las cadenas de suministro y la producción sostenible.
El enfoque de paisaje sostenible (SLA por sus siglas en inglés) es un proceso de colaboración que integra políticas y prácticas para múltiples usos del suelo dentro de un área determinada. Esto se hace con el fin de abordar eficazmente los retos ambientales y maximizar los resultados positivos.
El enfoque de paisaje sostenible reúne a todos los grupos de interés (propietarios de tierras, empresas, gobiernos, sociedad civil, ONG, inversores, entre otros) que influyen en un paisaje concreto y los incentiva a asociarse para trabajar a favor de un objetivo común. Las funciones y responsabilidades específicas del SLA se definen en un plan de acción, y también se nombra un comité y un gestor del paisaje para dirigir la coordinación y el seguimiento. El consenso y el beneficio común deben estar en el centro del proceso.
En última instancia, el enfoque de paisaje sostenible garantiza que el paisaje se considere como un ecosistema más amplio de actividades y actores, y no como un mosaico de lugares y/o proyectos individuales. El enfoque también ayuda a abordar los retos ambientales, sociales y políticos comúnmente asociados a la protección y restauración de los ecosistemas: al coordinar sistemáticamente el diseño, la implementación, el monitoreo y el seguimiento de las actividades implementadas en un territorio por un determinado grupo de actores, el SLA busca conciliar las actividades agrícolas, industriales, de conservación, de desarrollo económico y otras actividades de uso del suelo que compiten entre sí.
La gestión de una zona con un enfoque de paisaje sostenible puede aportar varios beneficios clave, entre ellos:
Todas las actividades realizadas en el marco del SLA como la conservación o restauración de bosques, la instalación de paneles solares, el desarrollo de sistemas agroforestales y silvopastorales, el desarrollo de capacidades, la creación de empleo o la creación de mejores infraestructuras sanitarias o educativas, deben enmarcarse en uno de los cuatro pilares fundamentales:
Por lo general, estas actividades son implementadas y monotoreadas por el propietario de la zona gestionada con un enfoque de paisaje sostenible, que recibe apoyo técnico de otros grupos de interés, como ONG, académicos y promotores de proyectos. El propietario de la tierra informa sobre los progresos realizados utilizando parámetros específicos y comparte las lecciones aprendidas con el fin de mejorar la gestión del paisaje.
Dentro de un paisaje, los proyectos ambientales pueden aprovecharse para mejorar la calidad de vida local y conservar los ecosistemas vulnerables, contribuyendo al mismo tiempo a la lucha contra el cambio climático y ofreciendo opciones de adaptación a las comunidades locales.
Dependiendo de las características de un paisaje, se pueden combinar diferentes tipos de proyectos dentro de sus límites, incluso cuando esos proyectos están asociados a diferentes mercados ambientales (es decir, el mercado de cumplimiento o el mercado voluntario). Por ejemplo, un mismo paisaje podría combinar un proyecto REDD+ en un bosque estable, un banco de hábitats para compensaciones de biodiversidad y un esquema de pago por servicios ecosistémicos (PES) relacionados con el agua.
El proyecto del cañón del río Alicante de South Pole es un ejemplo que reúne distintos tipos de proyectos dentro de un mismo paisaje. En lo profundo de las montañas del departamento de Antioquia (Colombia), pequeñas comunidades de propietarios cultivan la tierra y crían ganado entre manchas de bosque. En algunos casos, la agricultura se combina con sistemas agroforestales de cacao, café y árboles frutales, mientras que la ganadería se establece a veces en sistemas silvopastorales, lo que significa que las actividades agroforestales, el forrajeo y el pastoreo de animales domésticos se integran de forma mutuamente beneficiosa.
El objetivo común del proyecto es crear corredores ecológicos que conecten las zonas sometidas a prácticas de producción sostenible, como la agrosilvicultura, con los restantes fragmento forestales y las zonas protegidas.
Las comunidades del paisaje de Antioquia ya están experimentando los impactos negativos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. El desarrollo de proyectos en el marco del SLA ofrece la oportunidad de canalizar las inversiones hacia el mantenimiento de los servicios ecosistémicos y la protección de la biodiversidad, pero también hacia el apoyo al desarrollo de los pequeños agricultores y las comunidades rurales de una manera eficaz y mensurable.
El potencial transformador del SLA puede liberar el poder de las soluciones interconectadas aprovechando los diversos conocimientos y ayudando a las comunidades locales a trabajar en pos de objetivos compartidos.